En el siglo XXI, el parlêtre quiere hacer oír su sufrimiento, y muy en particular el que se sitúa en los alrededores de la locura. Rechaza que disuelvan su singularidad en una causalidad organogenética. Sabe que el psicoanálisis es ese interlocutor al que puede dirigirse para afrontar sus demonios y sus angustias.
En este libro, psicoanalistas lacanianos exponen el modo en que acompañan a quienes se dirigen a hablarles. Sostener este lugar en la transferencia supone un acto del analista. La orientación que se desprende de esta obra resalta como cada uno se compromete en ello con su propio estilo.
Contraportada del libro*
Una clínica viva por Guy Briole, coordinador del libro**
Cuando tengan este libro en la mano, observarán que el título no lleva punto de interrogación. No es que sepamos con seguridad cómo orientarnos, sino que hemos construido este libro alrededor de las experiencias que varios colegas, docentes o participantes de las Secciones clínicas, han tenido a bien compartir.
Esta obra que contiene textos muy diversos -epistémicos, clínicos, direcciones de curas, enseñanzas de presentaciones clínicas, etc. – pone en conocimiento del lector la manera en que psicoanalistas lacanianos se orientan en la clínica.
Es una clínica hecha a medida: es una clínica bajo transferencia que puede establecerse en el encuentro. Es entonces una clínica del azar, lo que no la impide ser rigurosa, y no una clínica de las necesidades que estaría ya escrita y que no cabría sino aplicarla a los pacientes fijándolos en clasificaciones validadas por la mayoría. Entonces se perdería la subjetividad y lo que cada paciente puede tener de más singular, incluidas sus modalidades de goce.
Es una clínica viva, orientada por la última enseñanza de Lacan hacia el sinthome que sacude nuestro pensamiento más bien habituado a un modo binario: neurosis o psicosis, Nombre-del-Padre o no, síntoma o fantasma. Este concepto es, como lo ha señalado Jacques-Alain Miller,
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“desestructurante” en el sentido de que debilita las estructuras clínicas clásicas y que, más allá de ellas, designa ese modo singular de gozar que señalábamos. Así, queda cuestionada una clínica para todos, una clínica del universal de los neuróticos, de los psicóticos, etc.
La práctica del psicoanálisis evoluciona al mismo tiempo que se modifica la demanda. El psicoanalista está atento porque esto incide en su acto. Es lo que este libro les propone leer.
Una clínica orientada por Philippe de Georges (Sección clínica de Niza)**
[…] Debo confesar cierta emoción al tener este volumen en la mano, percibiéndolo enseguida como parte de una serie: la del Conciliábulo de Angers, la Conversación de Arcachon y la Convención de Antibes. […] Han pasado 20 años, con el incesante rumor de nuestras secciones, antenas, colegios y la sucesión de encuentros anuales de UFORCA. Diversos volúmenes han sido publicados, pero el que acaba de salir en otoño de 2019 puede vestirse con los ropajes de la serie de los tres mencionados. Testimonia, en efecto, del estado de nuestra comunidad científica. Lo que Guy Briole ha reagrupado, comentado, presentado bajo el título Cómo orientarse en la clínica, muestra, en efecto, esa brújula que es la nuestra y la riqueza de recorridos que la misma permite.
Recogemos así el guante de un desafío: los practicantes del Campo freudiano pueden dar cuenta de su práctica y demostrar su interés por dar cuenta también de sus referencias conceptuales que hacen de ella una práctica esclarecida.
La práctica analítica evoluciona… Por Alexandre Stevens (Sección clínica de Bruselas)**
[…]Hay el Uno de la orientación hacia lo real, propio de la experiencia psicoanalítica de la que testimonia el inconsciente. Como subraya Jacques-Alain Miller en un texto incluido al principio de la obra, las secciones clínicas tratan de poner ese real en evidencia.
Y además está la variedad. No se trata de una serie de casos que demuestren una estructura clínica, ni tampoco una teoría de la clínica. Se trata más bien de mostrar al analista comprometido con su época y cómo su práctica y su acto han evolucionado. El inconsciente, por el lado de lo real, es menos deseo que goce y se trata de leer ahí el fuera de sentido más que de descodificar el sentido.
El punto de apoyo tomado para la orientación de cada acto analítico es variado, pero se hace siempre a partir de lo que la clínica nos enseña.
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Así, la transferencia es particular en la psicosis, pero la puesta en práctica del deseo del analista puede limitar el goce.
En grados diversos, la ironía, el delirio, el autista nos orientan. La ironía, propia del esquizofrénico, es lo que debe orientar la cura del neurótico hacia ahí donde la destitución del sujeto-supuesto-saber es consumada. El delirio es una tentativa de curación y cuando “todo el mundo delira”, el delirio es también para cada uno de nosotros una tentativa de curación frente al agujero de la no-relación. El autista nos enseña directamente sobre el inconsciente real.
Y la violencia, cuando no hace síntoma para un sujeto, sino que es puro goce, también testimonia de un real que la cura debe comenzar a vestir de semblante.
El Uno de la orientación y la variedad al poner en juego el acto, he aquí lo que este volumen nos propone leer.
*Traducido por Gerardo Arenas **Traducidos por Azucena Bombín
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