EDITORIAL
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Avanzamos dentro de un tiempo que es como un mar turbulento y nos encontramos con una pequeña libertad, la de poner algo a nuestro favor por la vía del amor y puede ser el amor por lo nuevo lo más irreverente, lo más atrevido en esta época.
El amor no hace reverencia a lo mortuorio, al totalitarismo trágico; se atreve a elevar lo siniestro a una condición de vida y de posibilidad, hacer con los desechos —reconocimiento ético de lo más propio de cada ser que habla para poder ser otro.
Cada uno de los que participan en este Número 16, se fugan por un momento del tiempo turbulento para abrir un lapso con su escritura. Y si amar lo nuevo es convertir la tormenta en reto —más allá de toda pretensión yóica— nos ponemos al trabajo que hace lazo al Otro, a la Escuela, a la vida.
La vigencia del dispositivo del cartel a prueba de aislamien- tos, el psicoanálisis aplicado en las instituciones, la conversación entre la Biblioteca y los jóvenes de la ciudad, la vertiente de in- vestigación que se va constituyendo fuertemente en un bloque de hallazgos e invención, el comentario con otros en foros abiertos, la producción de los colegas, la elaboración analítica sobre el es- tatus del cuerpo en la época y su transmisión a la Escuela como enseñanza, y como entremés para el X ENAPOL una entrevista, hacen todos una diversidad que invita al tránsito por la época. Vale mencionar ahora que el propio Comité Editorial de Glifos se ve alcanzado por lo nuevo al incluir a un integrante, Raúl Sabbagh, a quien le damos la bienvenida.
Para el sujeto del inconsciente, sujeto del lenguaje, ser ha- blante es posible el amor a lo nuevo en las condiciones más desga- rradas ya que su propia estructura, lo que lo funda, es un movimien- to que hace tránsito entre puntos determinados, esos que hacen el tiempo y espacio de un lapso, del lapsus. Así, algo de la naturaleza del ser que habla es lo trans, desprenderse cada vez de los puntos que puedan arribar a una fijeza. Por el otro lado, el empuje a la inercia que también le es propio, significa la muy posible desapari- ción del ser que habla, del sujeto del inconsciente.
El poder y la fragilidad están en conjunción jugándose en un fino borde, condición paradójica que alcanza a ser vivenciada como fuera de sentido y de la que, por tanto, es posible extraer creaciones.
Que tengan muy buenos momentos de lectura en el transcurso de la Revista y que la transformación que propone la época invite al amor por lo nuevo.
Edna Gómez Murillo Directora