Editorial
Escrituras del deseo de Escuela
Siguiendo la modalidad introducida desde nuestro número anterior de elegir una referencia temática para cada número de Glifos, hemos nombrado este nuevo número como “Escrituras del deseo de Escuela”. Esto nos lleva directamente a interrogar la relación entre la formación y el anudamiento escritura/publicación en el marco de una Escuela de psicoanálisis.
Publicación y escritura del deseo
En la conferencia “Joyce el síntoma”, Lacan se pregunta: ¿por qué publicó Joyce, “con pelos y señales”, ese “Workque estuvo diecisiete años in progress” que era el Finnegans Wake?[1] Es decir, ¿por qué Joyce necesitó hacer pasar el goce de esa escritura, esencialmente autística, al circuito “público” de los lectores via la distribución editorial? Lacan, sin ocultar la paradoja, se responde: “él quería ser Joyce el Síntoma”, es decir, encarnar el síntoma en tanto no concierne ni resuena con “el inconsciente de ustedes”. Así, es la publicación lo que materialmente introduce un punto de detención en el progress de otro modo interminable del work de la escritura. Esto hace de su obra no solamente la escritura del goce de la polifonía de la lengua que era su síntoma (sin “h”), sino también una escritura del deseo –si es que se puede decir, puesto que se trataría de un “deseo” muy peculiar en el caso de Joyce: su deseo de ser artista, de nombrarse El artista– como anudamiento propiamente sinthomatico (esta vez con “h”). Lo que queremos destacar entonces es la función de anudamiento y el “efecto de retorno” que la publicación viene a posibilitar o al menos a favorecer.
¿Por qué publicar en la Escuela? Lo que se escribe del deseo de Escuela
Volviendo a nuestra publicación, ¿a qué nos remitiría el título de “Escrituras del deseo de Escuela”? Podemos decir que esta designación supone de entrada, por una parte, que existe algo que podemos llamar deseo de Escuela, en el sentido objetivo y subjetivo: la Escuela como sujeto de deseo y el deseo de hacer existir la Escuela; y por otra parte, que ese deseo puede inscribirse y escribirse en la Escuela –específicamente a través de sus publicaciones.
La pregunta “¿por qué publicar en la Escuela?” puede entonces tomarse también en una doble dirección. Primum, desde la Escuela y la función que en ella cumplen las publicaciones como “disposición de restos” (como dice Lacan en su “Clase sobre Lituraterra”)[2] de la experiencia de Escuela, en tanto recoge la producción de sus integrantes y les ofrece un espacio de resonancia (“para que todo cuanto hagan de válido tenga la repercusión que merece, y en el lugar que convenga”, como se nos dice en el “Acta de fundación”).[3] Y secundum, desde aquel que escribe –ya sea invitado por la Escuela o llevado por su propio recorrido– y que al compartir sus elaboraciones da cuenta también de “la formación que la Escuela dispensa”.[4] En ambos casos, la publicación recoge lo que se escribe del deseo de Escuela.
El cuidado por el lector
La publicación de aquello que se escribe introduce además esa otra dimensión que Iván Madrigal, responsable del diseño y maquetación de Glifos, llamaba “el cuidado por el lector”[5] refiriéndose no tanto al esmero por la presentación gráfica –que ustedes podrán apreciar en el atractivo diseño tanto del anterior como del presente número de la revista–, sino a la necesaria preocupación por la transmisibilidad de nuestra producción. Estamos hablando, entre otras cosas, de la importancia en el cuidado a tener al momento de la escritura y de la edición de los textos –incluyendo la delicada tarea de corrección de estilo (“…la corrección de estilo consiste en corregirlo todo menos el estilo…”, como se dice en el medio editorial).[6] Es algo que atañe a la consideración del interlocutor, a ese “esfuerzo más” de transmisión respecto al lector al que nos dirigimos. Y no sólo dentro de nuestra comunidad de experiencia, localmente en nuestra propia Sede y en el resto de la NEL y Escuelas de la AMP, sino también respecto a un público más amplio: ese público que puede estar interesado en lo que el psicoanálisis en su interlocución con la ciudad y con la época tiene para decir.
Invitación a leer
Barthes decía que lo que se lee con placer es aquello que ha sido escrito con el placer, “la escritura es esto: la ciencia de los goces del lenguaje, su kamasutra”.[7] Y Lacan a su vez señala que si algo se deja leer –incluso si se resiste a la comprensión, como en el caso del Finnegans Wake– es “porque está presente el goce de quien escribió”.[8] El lector de este número encontrará esos signos de goce en un abanico de escrituras de diverso género: entrevista, conferencias e intervenciones, reseñas, artículos. Escrituras que en su conjunto dan cuenta de la vida de nuestra Escuela, de su interlocución con los síntomas de la época y, además, de los efectos de formación y de transmisión que de allí se desprenden. La invitación entonces es a tener una ¡buena lectura! –dicho así, como quien nos desea ¡buen apetito!
Ángel Sanabria
[1] Lacan, J., El Seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 163.
[2] Lacan, J., El Seminario, libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 108.
[3] Lacan, J., “Acta de fundación”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 247
[4] Lacan, J., “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 261.
[5] Intervención durante la presentación de Glifos #12 en la Sede de la NEL Ciudad de México, 18 de enero de 2020.
[6] Vid. el Podcast de Francisco Rodríguez Criado, “El corrector de estilo no corrige el estilo”, en el sitio web LIBROS.FM. Disponible en: https://libros.fm/podcast/34-corrector-estilo-no-corrige-estilo/
[7] Barthes, R., El placer del texto, Siglo XXI, México 1978. Citado en: Villegas, Estefany: “El placer del texto: reflexiones en torno a Roland Barthes”, Primera Página (Revista on line), 2 de diciembre 2016. Disponible en: https://primerapaginarevista.com/2016/12/02/el-placer-del-texto/
[8] Lacan, J., El Seminario, libro 23, El sinthome. Op. cit., p. 163.