Editorial
El tamaño de lo contingente es infinito, puede ocurrir lo que sea y no hay aseguramiento posible que ponga a buen recaudo al cuerpo hablante. En el núcleo de su propia naturaleza está lo contingente: que las palabras hayan producido un corte en la inercia de la pul- sión, fue contingente. De esa catástrofe emerge como supuesto un sujeto del inconsciente, operación lógica que crea y trama los hilos produciendo la escenografía del mundo y las escenas que ahí se actuarán, pero no sin un cuerpo que fragiliza todo aquel tinglado hecho de lenguaje. Sujeto del inconsciente y cuerpo hablante son determinados contingentemente.
Lo contingente abre ese lapso como la gran posibilidad de la existencia de lo humano, pero también como impasse, el callejón sin salida donde la única posibilidad es volver sobre los propios pasos para tomar impulso y hacer lo imposible con el real que se presenta como el muro o como un hoyo. Más fuerte aún es decir que el impasse es un punto muerto, pero así también podríamos anudar algo agregando que la muerte de la cosa es operación de existencia.
Y es que el lapso no sólo es corte, es una forma intempestiva, forzada, de enganchar los cabos que quedaron sueltos en la ca- tástrofe, ese es el sujeto que desde su posición analizante convierte en lapso el corte brutal a su cotidianeidad. Pero no sería necesario que él lo hiciera, hay un discurso que lo puede hacer por él restitu- yéndole las circunstancias que le hagan sentir que la normalidad sigue siendo tan normal como la requiere. La posición analizante tiene más bien algo de lo inhumano, va a contrasentido, va contra el sentido, no busca comprender nada, no está en la línea de las causas razonables, de la adaptación, sino que ante el no saber, desea saber y se autoriza a extraer del callejón sin salida, del punto muerto, una lógica, un medio decir, no una historia. Lleva así también al cuerpo que tiene, a una condición de cuidado ya que no es sin él que encontrará su saber hacer en los impasses.
Miller cita a Lacan en el texto El desencanto del psicoanálisis, refiriéndose a la posición analizante: “«Hago el pase continuamen- te, en mi Seminario». «El colmo de la posición analítica es volverse analizante respecto de la perspectiva del sujeto supuesto saber». Son por lo tanto formulaciones que vuelven imposible cualquier po- sición de ortodoxia”1.
El riesgo en la posición analizante —más que el virus y su correlato orgánico— es quedar sin la palabra singular, sin el deseo que vivifica, sometidos todos al discurso del amo que hoy más que nunca es el de la ciencia.
Los analistas de la orientación lacaniana que en sus escritos nos brindan en ésta ocasión los esfuerzos por sostener lo que los causa, acuden al llamado en plena cresta de la ola, en el punto de catástrofe, para decir sobre la posición analizante, que no puede ser más que la de cada uno. Les invitamos a leer lo que dicen in situ.
Edna Elena Gómez Murillo.
Índice
Editorial
Emergencia de un real y posición analizante
Rômulo Ferreira da Silva
La novedad de los principios
José Ramón Ubieto
Un impasse en la civilización y la respuesta analizante
Luiz Fernando Carrijo da Cunha
Una nueva apuesta por el deseo
Marcela Almanza
Preservar el agujero y sostener el lazo. Un deseo inédito
Clara María Holguín
El Covid-19 y un joven autista
José Fernando Velásquez
Mutatis Mutandis
Viviana Berger
El impasse del confinamiento: oportunidad para la invención y el relanzamiento del deseo
Carolina Puchet
Freud analizante
Alba Alfaro
Dibujar lo real
Diana Ortiz
Una partícula microscópica y sus efectos incalculables
Silvana Di Rienzo
La invención analizante
Vianney Cisneros
Un real no para todos
Aldo Ávila
Elecciones en el uso de dispositivos
José Juan Ruíz
La Escuela del pase aloja un real
Edna Gómez